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  • Gloria
  • 24 Ago 2018
  • Reflexiones personales

Al despertar esta mañana tuve una extraña sensación, el día naciente no era como todos. Algo extraño había en el ambiente, algo que no me dejaba saltar de la cama con mi habitual energía.

Noté que la pereza me retenía entre las sábanas. Pero ganó mi voluntad y las ganas de vivir el día.  Sin pensar. Comencé mis tareas matutinas.

Mi café, ojeando la información de las últimas noticias. Observé por la ventana. Noté el silencio. Saboreando cada segundo de esa paz misteriosa, cuando el mundo todavía no existe. De vez en cuando, roto  por algún coche pasando a toda prisa, o por el ruido del camión que recoge la basura.

Es mi momento preferido del día, cuando este, nace. Justo cuando las luces de la calle se cierran dejando paso a los tenues rayos del alba.

Pero hoy, hoy, era distinto. Hoy es día de despedidas. Jamás me ha gustado decir adiós, prefiero un hasta pronto. Aunque  sé, que no depende de nosotros. Las circunstancias de la vida son las que mandan,  y no nuestra buena voluntad.

Hoy vi las golondrinas agrupándose, esperando su momento de partir, y me di cuenta que el verano está tocando a su fin.


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