Conversando con mis clientes me sorprende enormemente que algunos me pregunten, de quien es aquella villa tan hermosa que hay en la playa de San Salvador. Para los habitantes de la zona, esa casa en el paseo marítimo, es nuestro principal emblema, es nuestro orgullo, nuestro puente al exterior, al mundo. Es una casa veraniega, de principios del siglo pasado, con un bonito jardín que nos muestra su suelo empedrado con cantos rodados de colores, los cuales, forman un tapiz de dibujos geométricos entre los parterres de vegetación, en los que destacan, especialmente, las rosas. Rosas con nombre propio, la Pau Casals.
Este lugar hermoso guarda la esencia del personaje más ilustre y querido de nuestro pueblo, Pau Casals. Un músico excelso, reconocido mundialmente, nacido en El Vendrell, capital de la comarca, donde también se halla su casa nativa. La villa en cuestión, fue lugar de veraneo, de recogimiento, de creación y disfrute del músico. En ella, se expone su vida y parte de su legado, se preserva su recuerdo, y guarda nuestro agradecimiento a su gran labor artística, pero también humana. Porqué Pau Casals, fue hombre de convicciones firmes, defensor de la paz, la justicia, y los derechos humanos. Un genio de la música, un erudito del violonchelo, él cambió la relación del hombre con el instrumento. Escuchando su solo en la suite nº1 Bach, percibes que hace fácil lo difícil, un mérito exclusivo de los grandes genios.
Su música y su espíritu perviven en el Festival dedicado a su persona, y que podemos disfrutar cada verano en el Auditorio situado frente a la villa museo. Pero lo que quiero destacar, del él, es la parte humana. Pau Casals, aprovecho su reconocimiento mundial para dar voz a las injusticias, defender la paz, y poner en valor la libertad del hombre, antepuso sus convicciones personales, sus valores, a su pasión por la música, su gran amor. En señal de protesta ante la barbarie de una gerra, dejo de actuar en conciertos, dejo una vida pública, acomodada, llena de reconocimiento como prestigioso músico, para quedarse de maestro de jóvenes interprétes, en la localidad de Prades de Conflent, un pequeño pueblo al otro lado de los pirineos.
Exiliado, nos privó de sus interpretaciones magistrales durante muchos años, por una promesa, no actuar más mientras hubiese injusticia social. Hasta que gracias a un concierto organizado por músicos amigos, logro reconciliarse con sigo mismo. Rompiendo la paradoja injusta que se había producido con su silencio.
Pau Casals destacó por sus interpretaciones pero tambíen por sus creaciones musicales. Particularmente me emociona el Cant del Ocells, un emblema de nuestro pueblo. Un canto melancólico, evocador, que denota añoranza y tristeza, pero también esperanza. La esperanza de un nuevo amanecer, de un tiempo de libertad. La composición el Pesebre, que llevo en concierto por todo el mundo fue otra de sus creaciones más conocidas. Participó con las orquestas más prestigiosas de todo el mundo. En 1958 le nominaron para al Nobel de la Paz, por su defensa de los derechos humanos. Hombre discreto pero con gran carácter, ayudo a salvar muchas vidas del holocausto.
En 1961, toco en la Casa Blanca, allí le fue reconocido su activismo a favor de la de los derechos del hombre y de la libertad. Recibió el encargo de crear el himno de las Naciones Unidas, que estreno 1971 el 24 de Octubre, fue ese día, cuando le entregaron la medalla de la Paz. En el transcurso del acto pronunció el discurso más emotivo que yo he escuchado en mi vida. “What is more, I am a Catalan”. Solo con recordarlo se me corta la respiración. Todo ello, toda esta vida llena de valores, de amor a la música, la encontrareis, paseando por esa deliciosa villa plegada de rosas blancas, sus rosas.